lunes, 28 de enero de 2008

LA SAMARITANA


A mí sólo me curan tus Miradas
y aquellas madrugadas
en que llegas a mí furtivamente
saltando las cloacas de la ley,
esta tristeza hermética que gira
sobre mis días impares, en la curva
de quebrados anillos
con fechas desgastadas y arrabales
donde corvengen todos los silencios.

Pisa por interiores
mi corazón, Señor, que por Ti respira
y al que apuntan las siete facas
de la debilidad y la desolación.
Tus bendiciones han arrasado todas mis alcobas,
donde ya no hay motivos para esperarte
en vela, con el miedo de que
no vuelvas nunca y queden secas las parras,
con un fondo de ermitas destruidas.

Que sólo hay espacio para la certeza
de que ya nunca te irás,
y no habrá más navaja abierta.
Y te esperaré en mi aldea toda blanca
donde sembraste tu paz,
y los cultivos rebosantes de fresas.
Y en verano, me sentaré contigo en el pozo
a tomar tu pan de vida y el agua fresca de tu aljibe.

No hay comentarios: