sábado, 19 de abril de 2008

DAME TUS OJOS

Ayer alguien me decía que sentía que su corazón estaba lleno de tantas cosas, que a veces no quedaba espacio para Dios.
Para mí,el mejor fármaco ante esto,ha sido vaciarlo todo ante el Señor.Como la mujer que derramó su mejor perfume sobre los pies de Jesús, reconociéndole como el Creador y Señor de toda mi vida.
Yo hoy te invito a cantarle esta canción al Señor. En tu intimidad. Pídele que te de sus ojos, sus manos, sus pies, su corazón....pedirle eso implica renunciar a tus propios ojos, manos, pies, corazón...A veces no es fácil, pero el proceso de renuncia nos capacita para recibir a Dios y dejarnos transformar por Él.
Si hoy sientes la necesidad de destapar tu frasco de perfume y derramarlo entero ante Él,no tengas miedo, alégrate....te aseguro que merece la pena. Te lo digo yo, que tengo un "doctorado" en miedo.

"…a nada concedo valor cuando lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor….(Flp.8.3) "


"Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir." (Is 48,17)

viernes, 18 de abril de 2008

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO (Jn 8,12)

Yo sé que vas a bordo de ciudades sin esquinas
-pues Yo mismo las voy desordenando-
y se aglomeran mercados y tumultos,
llantos, patadas, voces y miradas,
fragmentos de evasiones y jardines,
el eco pertinaz de vendedores
que entraron arrasando por mi Templo,
remolinos de niños andrajosos…
la sucesión frenética de escenas.

Vuelven a mi Luz. Vuelves a la Luz
sin conocer más leyes, que los tonos
del desgarrado insomnio de tu ojera.

Oigo tu llanto…Lloro tu llanto.
Déjame volver a la pobreza
de tu pueblo pesquero devastado
donde los sueños zarpan
a bordo del Amor.

jueves, 3 de abril de 2008

No me quieras tanto....


No me quieras tanto,
estaba escrito
en la frontera de mis celosías
y en la palma de mis manos afiladas.
Esa fue la advertencia que
Tú no podías oír, mas yo empuñaba
las seis facas del miedo y en mi patio
las tardes de domingo
eran un claustro inútil donde el tiempo
ya no llevaba forma de madeja
ni giraba, preciso, con las ruecas,
pero tenía un vértigo de aljibe
y angustiosos desórdenes de lirios.

No me quieras tanto, grité por plazas
con torres de palomas destructoras,
bajo aquélla tentación de acantilados.

No me quieras tanto y una fue tu única respuesta:
el silencio indescriptible de tu Cruz.

MI JESÚS, MI AMADO