
-pues Yo mismo las voy desordenando-
y se aglomeran mercados y tumultos,
llantos, patadas, voces y miradas,
fragmentos de evasiones y jardines,
el eco pertinaz de vendedores
que entraron arrasando por mi Templo,
remolinos de niños andrajosos…
la sucesión frenética de escenas.
Vuelven a mi Luz. Vuelves a la Luz
sin conocer más leyes, que los tonos
del desgarrado insomnio de tu ojera.
Oigo tu llanto…Lloro tu llanto.
Déjame volver a la pobreza
de tu pueblo pesquero devastado
donde los sueños zarpan
a bordo del Amor.
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